lunes, 29 de septiembre de 2008

Algunas reflexiones sobre el Atleti - Sevilla

A falta de crónica, alguna reflexión suelta así, para variar.

1. El rival


El rival, esto es, fue el Sevilla. Serio, sin complicarse y con mucho músculo, un buen equipo en definitiva. Encontró el gol en una falta que quizás no fuera y que Luis Fabiano marcó con excesiva facilidad y mucha clase. Quizás Coupet pudo hacer más, quizás Coupet no haya demostrado mucho en cuanto se le ha puesto bajo presión, pero eso a Luis Fabiano le dio igual y marcó un golazo con el esfuerzo del que pela un plátano. Sea como fuere, el Sevilla marcó y se organizó en dos líneas que para el Atleti de ayer parecieron infranqueables. Una defensa bien plantada con excesiva dureza contra el Kun, un centro del campo de mucha batalla y dos extremos que al que suscriben no le gustan especialmente, además de un tipo en punta peleando con la defensa. Una apuesta poco audaz, quizás poco imaginativa pero muy útil para jugarle al Atleti de ayer.

El rival jugó sin apoyo en la grada, al menos sin apoyo agrupado, por cosas de los ultras y las comisarías. Uno, a quien le gusta el fútbol y los bares de cerca del estadio, no concibe un viaje de fin de semana cargado de puños americanos y bates de béisbol a menos que sea uno viajante de efectos deportivos; si los bates fueran de cricket y el grupo marchara uniformado con jerseys blancos de punto aún se lo pensaba, pero ni aún así. Viajar fuera de la ciudad de uno con los amigos de uno para ver al equipo de uno debería ser un placer y no un ejercicio de escapismo, ni de camuflaje, ni de visita a los calabozos. Pero en fin, cada uno hace lo que quiere en su tiempo libre y eso nos parece muy bien siempre y cuando no pase nada en el camino. Eso sí, aquí seguimos esperando a aquellos aficionados sevillistas de bien interesados en conocer los buenos bares locales, y les esperamos sin disimular las ganas de demostrarles que no sólo se fríe bien en su tierra y que no es cierto eso de que por aquí no se cuida la aceituna, la temperatura del vaso o el tamaño del caracol (que no cabrilla); y, claro, con ganas de confirmar que la Cruzcampo poco tiene que hacer contra la Mahou bien fría. En este último punto sí entendemos que la rivalidad puede llevar a retirar la palabra al oponente poco educado u objetivo, que hay cosas y cosas y con algunas de ellas no se bromea, por Júpiter.

2. Los nuestros


Los nuestros, esto es, el Atleti, dieron una imagen así así, lo que se viene llamando imagen regulera. Con varios lesionados de peso en la alineación, salió un equipo algo mutilado y con poca presencia, como si hubiera pasado mala noche. Salió el equipo ya de inicio con cara de decir es que he pasado mala noche o tengo sueño atrasado y a mediados del segundo tiempo ya puso directamente cara de tener un corte de digestión por no haber respetado el maternal margen de hora y media antes de tirarse a la piscina. Sin Heitinga, que en pocos partidos ha enseñado a la grada a echarle de menos; sin Maniche, que andaba entonado, y sobre todo ayer sin Forlán y sin Simão, el Atleti empezó bien y acabó chocando una y otra vez contra la doble muralla del Sevilla con la tenacidad y el éxito con el que las polillas percuten una y otra vez contra los cristales de las ventanas.

De atrás hacia delante o de delante hacia atrás, el equipo dejó una sensación de flojera. De flojera física y de flojera de ideas. Cuando uno se da cuenta que a la quinta jornada faltan cuatro titulares por lesiones y que antes de la sexta se han lesionado otros tres jugadores, uno se plantea si algo se ha hecho mal. Si a las lesiones se añade la sobrecarga de partidos y responsabilidad del Kun, la sensación que el equipo transmite es de asfixia. Sólo Ujfalusi, de nuevo enorme, parece mantener el tipo y de paso mantener a flote la defensa. Otros jugadores naufragan en tierras que este año les resultan extrañas, a pesar de que el año pasado fueran dueños y señores de las mismas. Raúl García anda despistado, Maxi es menos Maxi que otros años y el equipo se resiente cuando a la ausencia física de varios titulares se une la ausencia espiritual de dos de los puntales del Atleti del año pasado.

Por partes y líneas, Coupet dejó ayer un sabor amargo al personal. Torpón con los pies, hizo una pifia digna de salir en los zappings que por suerte no acabó en gol. Los optimistas que creían haber visto la solución a las carencias de Leo Franco ayer se reunían en las esquinas con aire taciturno y movimiento pendular de cabeza recordando que quizás hubiera podido llegar al balón en el gol de Luis Fabiano. La portería parece que sigue siendo zona peligrosa a pesar de la renovada seguridad del centro de la defensa, y si entra un cabezazo rival tenemos un disgusto aún mayor.

Entre los de atrás, la figura de Ujfalusi se agranda partido a partido a la vez que se empequeñecen las de los demás. Seitaridis tardó poco en conseguir su clásica amarilla y desesperar al respetable (y eso que no lesionó a ningún compañero), Pablo salió en su lugar y a los tres minutos se lesionó y tuvo que salir Pernía, que a pesar de salvar un gol volvió a firmar una actuación flojísima, y miren que me duele escribir esto. Sólo el checo y el checo solo, con algo de ayuda esporádica de Antonio López y Perea, se ocupó de mantener el sitio y cortar balones por arriba y sacar el balón jugado y lanzar pases en largo. Al Atleti le hacen falta dos laterales en condiciones como falta nos hacía un UIjfalusi desde hace unos cuantos años. Ujfalusi volvió ayer a hacer un partido para enseñarlo en vídeo a los centrales que hoy tienen catorce años, a ver si aprenden (y no sólo a llevar el pelo largo).

La media es otro cantar. Salió Banega y al que suscribe le gustó. Contribuyó a aclarar ideas y cuando él estuvo en el campo el equipo pareció menos previsible y más capaz de romper el sistema del rival. Abusó en algunas ocasiones de la complicación, lo que le llevó a perder algún balón delicado por demasiado arriesgado, como en el primer gol. Mantuvo el tipo ante la feroz presión del Sevilla, sobrado a la hora de asfixiar al rival en esa zona. Banega apuntó cosas ante un rival con un centro del campo difícil, que no es poco. Seguiremos su evolución con esperanza, por cursi que suene la frase.

De sus compañeros ayer se pueden decir más cosas. Sin Maniche, Raúl ocupó el centro del centro junto al argentino, con un resultado algo desigual. Retrasado en sus posiciones cuando el equipo creaba, no participó todo lo que debiera en el ataque por compromiso con el equipo, al que no quería dejar sólo ante el peligro. Aportó más en lo gris que en lo brillante, como viene siendo habitual, pero no con la contundencia y fiabilidad del año pasado. Tampoco Maxi está en su mejor momento y basó su juego más en aportar a la destrucción, algo para lo que necesitaría un punto más de fondo. Mientras estuvo Banega el Atleti retuvo el balón en los interminables ataques de balonmano que propiciaba el numantino planteamiento del Sevilla, agresivo ya desde el medio campo. Durante ese tiempo el Atleti tuvo el balón pero no conseguía entrar, echando de menos a Simão y Forlán y su repertorio de entradas por las bandas, por el centro y por donde haga falta, oiga.

Luis García merece párrafo aparte. Luis García estuvo mal, y tampoco pasa nada por decirlo. Falló muchos pases y desesperó al personal con su insistencia en hacer fútbol de cristal de Bohemia cuando el partido reclamaba duralex del rayado, del de vaso de nocilla, el vaso de los diez mil lavados. Luis García jugó mal y la grada la tomó con él. Con el partido en contra y poco tiempo para remontar iniciaba Luis García un boceto de ataque y se llevaba una bronca. La gente ayudó poco al equipo con eso, y si esos silbidos se hubieran usado en alguna otra ocasión, quizás las cosas no fueran como son. Pero así es la grada y ayer la tomó con Luis García y quizás por eso el resto guardaron la ropa y los balones finales fueron llevados hasta el área rival por Perea y Pernía quienes, conscientes de que los pitidos los tienen casi seguros, no dudan en intentarlo cuando la cosa no es propicia.

Y por último, la delantera. Era difícil jugar ayer contra un Sevilla tan bien plantado atrás y tan mentalizado en medio campo. Lo era aún más si uno anda justo de motor y con molestias en los abductores, como el Kun. Si además el rival anda con pocas contemplaciones, la misión es complicadísima, y si no está Forlán o Simão para abrir latas y hacer el trabajo más sucio, es casi imposible. Aún así, no es excusa para un equipo que presume de ataque, porque ni Kun ni Sinama aportaron mucho ayer, y en el caso del primero esto es casi una noticia por sí sola. Los balones de peligro los sacó Palop y sus errores en los despejes no fueron aprovechados por nadie.

3. El futuro


Con el Sevilla quedaba inaugurado un tramo de liga complicadísimo, mechado con dos partidos de Champions. Nada más empezar la temporada, el Atleti tiene a medio equipo en la enfermería y a su máxima estrella haciendo gestos para que le lleven a un balneario. Esto no quiere decir mucho, como tampoco quiere decir nada que hace cinco días la prensa hablase del Atleti como candidato firme al título y hoy haya más dudas que otra cosa. Lo que está claro es que lo bonito acaba de empezar y llegamos con un roto en el pantalón y poco dinero suelto por más que creíamos que se iba a girar todo el mundo para alabar nuestro porte nada más entrar en la fiesta. Pero aquí estamos y no pasa nada por perder con un buen equipo en casa: hay días por delante para recomponer la imagen y dar alegrías a la parroquia. Y, claro está, para volver a hablar con aficiones rivales sobre dónde se tira mejor la cerveza, que en el fondo es de lo que se trata. A ver si esto no lo perdemos.

domingo, 21 de septiembre de 2008

¿Y qué opinará Al Gore de todo esto?

De nuevo ganó el Atleti con suficiencia y de nuevo se vieron muchos y buenos goles. Quizás el rival no fuera el más potente de la liga, pero la sensación va cambiando, al menos por ahora.


Llegaba la afición al campo con la duda general de si se vería al Atleti de Eindhoven o al Atleti de Valladolid, si jugaría el equipo contundente del martes o el justito-justito del sábado anterior, si actuaría el bueno o el feo o incluso el malo. Se sabía de la ausencia de Forlán y de Heintinga, y ninguna de las dos noticias hacía gracia alguna a la hinchada, acostumbrada a ver que cuando no está el equipo titular al completo cualquier visitante puede meter al equipo en un lío monumental. Era un día para ver a los suplentes y, con suerte, sembrar dudas sobre si el titular debe ser fulano o mengano, ya saben, esas conversaciones que tanto contribuyen a la buena marcha del sector hostelero nacional en su versión cañatapa por mucho que se empeñen en asustarnos los hermanos Lehman esos.

Se llenó sorprendentemente el estadio para ver el partido, y esta sorpresa se debe al convencimiento del que suscribe de que una buena parte de la hinchada colchonera se había desplazado a Navacerrada para ver la contrarreloj de la Vuelta. Tal era la abundancia de camisetas, banderas y distintivos rojiblancos por las rampas de la sierra segoviana que uno se esperaba un estadio tristón y a medio gas, deprimido por la ausencia de muchos de sus fieles que habrían preferido comer judiones en La Granja y animar a Contador a llenar la grada y dejarla perdidita de cáscaras de pipa. Pero no fue así y se ve que la muchachada rojiblanca o bien es suficiente para llenar dos o tres estadios o bien es rápida como el rayo y es capaz de dar voces en las Siete Revueltas y llegar a tiempo para dar voces en las cuatro tribunas y, de paso, cumplir con el obligado ritual de acabar con tres toneladas de pipas media sal. Y todo esto, se preguntarán Vds, sólo para decir que en el campo había una buena entrada … pues sí, qué le vamos a hacer, así somos nosotros, lo mismo hacemos un circunloquio cicloturista que hablamos en plural mayestático, así somos y así me temo que nos vamos a quedar, que ya tenemos una edad de esas difíciles en las que uno empieza a estar hasta orgulloso de sus defectos y hacer de ello una bandera, como hace Concha Velasco con su incapacidad retentiva.

Salió pues el Atleti

- Ya estamos

Salió pues el Atleti a ver qué pasaba, y lo hizo con Raúl García de inicio. Y con Seitaridis y Sinama y Antonio López, cuatro jugadores que parecen no tener el puesto garantizado como otros (y a fe que lo del griego me alivia). Y con Coupet también. Y al poco tiempo de empezar Sinama hizo una buena jugada, dejó un balón inmejorable para la cabeza de Maniche que éste echó fuera cuando, con un poco de fé, habría marcado un gol fácil. Desde el mismo lado poco después Simao puso un balón de libro a Agüero para que éste sí marcara con facilidad, sin oposición de la defensa rival, más pendiente de Ujfalusi y algún otro. Gol, pronto y fácil. Fíjense Vds qué cosas. Marcó otro gol más tarde el Kun, de nuevo de cabeza, pero fue anulado por razones no identificadas, quizás para evitar al portero rival el trago de aceptar que le había metido un gol por arriba un tipo bajito.

El gol, por tempranero, tuvo efectos dispares en el equipo. Alguno se relajó pensando que la cosa estaba hecha y que a otra cosa mariposa y que si sacaba luego el coche grande o mejor el pequeño, que hoy es sábado y se aparca mal. Algún otro no cayó en la tentación del relax y prefirió mantener el ritmo y la intensidad, recordar a los compañeros que el trabajo no estaba hecho. Entre estos últimos, Simao volvió a demostrar que tiene calidad, concentración y galones para cortar el bacalao en el centro del campo. Desborda, centra y busca a los compañeros en el mejor sitio, se va al centro reclamando responsabilidades cuando hay que prestar ayuda en la creación y se ocupa de las faltas. Simao está en un momento dulce que nos vendría muy bien que durase diez o doce años.

Entre los primeros, Sinama se consagró demasiado pronto a la filigrana y cortó alguna buena ocasión de construir un ataque con detallitos de cara a la grada que ésta le afeó: ni era el momento, ni era el lugar. Con uno a cero, viendo lo que se ha visto en este campo, no hay lugar para adornitos sino para apuntalar la victoria. Los detallitos de Sinama, por cierto, quizás le habrían sentado al que suscribe como un tiro si en vez de ser del Atleti fuera seguidor del Recre: está bien no celebrar los goles, pero hay otras formas de no herir al que un día fue tu apoyo. Y todo esto el día en el que criticar a Sinama pudiera resultar atrevido, visto que más tarde cuajó una buena segunda parte, marcó dos goles y los dos fueron buenos. Sinama marcó, jugó bien a ratos y dejó claro que si sigue evolucionando en ese sentido puede ser un apoyo muy importante para el ataque en una temporada tan intensa. El ejemplo a seguir lo tiene cerca, es rubio, uruguayo y gusta de humillar cada vez que mete un gol a los que basamos nuestra existencia en la noble búsqueda de la croqueta perfecta. Yo creo que con esto le puede quedar claro al hombre.

Con uno cero y la sensación de que se podía haber hecho más pero que no había que inquietarse en exceso, llegó el medio tiempo. El descanso en el Calderón es un momento prodigioso en el que cincuenta mil personas se ponen de perfil. Los que permanecen sentados giran las piernas hacia un lado para que salgan los demás; los que salen andan dando pasitos cortos y de lado para aprovechar el poco espacio que queda entre el espectador sentado y el asiento de delante en postura de jeroglífico egipcio. Con aires de coreografía de Bob Fosse, la afición en pleno se pone de lado y emprende el penoso viaje hacia baños y bares atestados dando pasitos cortos y pidiendo perdón al vecino. Perdón, perdón, ¿me deja? sí, gracias, ya está, ahora. Repuestos líquidos o al contrario, según la voluntad y necesidad de cada uno, la afición emprende la vuelta a su asiento antes de que empiece el segundo tiempo. Perdón, perdón, ¿me deja? sí, gracias, ya está, ahora. La afición vuelve a su sitio, se sienta y se olvida de los socios de los asientos de las primeras filas junto a la escalera, aquellos que soportan de costado el ir y venir de toda la fila, siempre dando paso, siempre aceptando perdones por pisotones en cadena, siempre de perfil. Por ellos y por su paciencia levantamos hoy de frente a ellos y desde nuestro asiento nuestras cervezas sin alcohol en vaso de cartón, y eso que preferiríamos hacer un brindis como Dios manda.

Empezó el segundo tiempo y el Atleti pareció haber entendido que el partido no estaba ganado. Y marcó al poco tiempo Maniche de lo que se supone que es uno de sus puntos fuertes, el tiro a puerta desde la segunda línea, el disparo seco y duro. Marcó Maniche, quien hizo un buen partido y parece haberse convertido en el ídolo de la grada a juzgar por cómo fue despedido al ser cambiado más tarde. Maniche lleva varios partidos en una línea mejor y más sólida y esperamos que así siga: cuatro días de calor no suponen la prueba definitiva del cambio climático, pero sí dan un indicio. Ayer Maniche estuvo bien y a ello contribuyó también Raúl García, más sacrificado en tareas defensivas a pesar de sacar a relucir su calidad en un par de buenos desplazamientos de balón en largo. Quizás excesivamente retrasado, casi como tercer central en algunas fases del partido, Raúl aprovechó la ocasión de ayer para dejar claro que ahí sigue, que hay que contar con él y que complementa la a veces anárquica contribución al juego de Maniche con disciplina y solvencia. Cuantas más alternativas haya en el centro del campo, mejor.

Y alternativas parece que las hay. Con el partido encarrilado Aguirre sentó a Kun, Maniche y Simao, tres pesos pesados ayer, y en su lugar entraron Luis García, Miguel de las Cuevas y Banega. El cambio gustó en la grada, que es lo que ocurre cuando el entrenador hace lo que uno hubiera hecho. Los tres dejaron buenas sensaciones, los tres cumplieron, los tres gustaron. Miguel dio un balón de dulce a Sinama para que éste metiera el tercero tras una muy buena jugada por la banda. Luis García contribuyó al juego a pesar de llevarse un cabezazo que dolió hasta en el fondo norte e hizo un pasecito de esos que le gustan tanto a Sinama en el cuarto gol, bien resuelto de nuevo por el francés.

La jugada del cuarto gol, por cierto, fue digna de ser repasada en el vídeo. Ujfalusi, Banega, Luis García y Sinama, cada uno haciendo lo que se supone que hay que hacer en su puesto, cada uno en su sitio y cada uno entendiendo al compañero. UIjfalusi, de nuevo el capo de la defensa a pesar de un par de pifias en el momento en el que el partido se relajó (hasta que un encontronazo con el delantero al que marcaba le devolvió al partido con la fiereza exhibida hasta ahora) roba un balón cerca del área, sale con él controlado hasta llegar a la altura de Banega; este controla, cambia el juego muchos metros hacia Luis García, quien de sutil toquecito marca de la casa, pone un balón claro a Sinama quien resuelve con autoridad. Ujfalusi parece haber dejado claro que no ha venido a Madrid de vacaciones; Banega tuvo poco tiempo pero hizo tres o cuatro cositas que invitan al optimismo; Luis García parece muy mejorado respecto al desesperante final de temporada pasada y ya lleva tres o cuatro pases de gol en los pocos minutos disputados y Sinama, sin haber impresionado a la parroquia, lleva así a lo tonto tres goles y los tres bonitos. Cuatro tipos, cuatro toques, cuatro cosas que cada uno puede y debe hacer.

Y cuatro goles. Por tercera vez seguida vemos cuatro goles en el Calderón y vemos destellos de fútbol grande, suficiencia de equipo grande y la actitud en el rival que se ve cuando el que juega enfrente es un equipo grande. Que es pronto para certificar un cambio es más que evidente, pero que hay algo en el ambiente que invita a pensar en una mejoría también. Cuatro partidos no hacen una temporada ni cuatro días buenos hacen un buen verano; cuatro toques en una jugada no hacen un partido perfecto ni cuatro suplentes entonados convierten a una plantilla en completa. Pero, eso sí, son buenos indicios, buenos augurios que pueden apuntar a un cambio más profundo. Partiendo de esta base y con tantísimo cuatro, ¿qué pensará Al Gore sobre qué hará el Atleti esta temporada?

PS: el Forza Atleti, mejor, más en su línea. En portada, foto del director técnico en cómodo traje de Emidio Tucci y audaz cinturón dispuesto a chutar a puerta, sobre la desasosegante leyenda “Método Suso”. Tras un largo reportaje no leído y gran despliegue gráfico del protagonista de la portada en la misma postura y sin gafas (este señor se quita las gafas en el despacho pero las usa para tirar a puerta, esto dice mucho, no crean), la perla de la jornada; aprovechando el nombre del histórico rival y lo cargado del calendario, un titular de leyenda: “No hay Recre-o”. Así nos gusta.

viernes, 19 de septiembre de 2008

Tomas Ujfalusi, el Príncipe de Eindhoven

Por Jesús Doggy, enviado especial


Jamás pensé que me vería a mi mismo viajando en un avión con escudos del Atleti en todos los reposacabezas. Pero sucedió. Y, créanme, es una sensación extraña. Naturalmente, tras el estupor inicial, doblé cuidadosamente el que me había correspondido y lo guardé dentro de un libro para regalárselo a un amigo que tengo en Onteniente. La primera expedición del Atlético de Madrid en Liga de Campeones desde aquella ya lejana y triste noche en la que Esnáider falló un penalty y un fiestero portugués nos metió un golazo que todavía hoy no se puede creer, vuela hacia Eindhoven en un chárter de Viajes El Corte Inglés, como corresponde en una empresa regida por un pijo de pueblo. Además de la plantilla, el cuerpo técnico, los empleados del club, la canallesca y medio centenar de aficionados que han cotizado casi mil euros por barba, en el avión viaja, con su pequeña corte de familiares y esbirros, el citado factótum del club, permanentemente hablando entre dientes, con el pinganillo colgándole de una oreja, sí, justo esa hacia la que tuerce el gesto.

El Presidente no aparecerá hasta el día siguiente, en un Mercedes oficial de la UEFA, siempre a destiempo, para recitar públicamente cuatro lugares comunes, muy en su papel de adláter absurdo. El del pinganillo es una presencia de mal agüero que desentona en una comitiva, por lo demás, concentrada, pero contenta. Como el buen Agüero. El Kun está tranquilo, bromeando con esa ingenua picardía suya, pendiente de vez en cuando de un Ever Banega cohibido y cabizbajo, parapetado tras los cascos del iPod. Los jugadores de fútbol, como es lógico y ustedes bien imaginan, disponen de toda la panoplia de artefactos electrónicos de última generación diseñados para el ocio aeroportuario: iPhones, iPoces, iMacs, Playstations y un largo etcétera. Nada, sin embargo, comparable al bolso-bandolera de cuero negro repujado de Dolce & Gabbana que luce orgulloso Maniche. Está claro que Nuno es el único dispuesto a competir con la escorzada Señorita Pepis –cuello subido, pendientes de diamante, pelo de concursante televisivo- en el inquietante cuadrilátero del pret-a-porter, subnivel futbolista. Forlán, Simao, Camacho y Raúl García comparten tertulia y risas; Sinama y Coupet conversan en su lengua materna, mientras Leo Franco permanece –y permanecerá- pensativo y solitario en el otro extremo de la sala de embarque. En el centro, ajenos a todo, tres jugadores leen libros. Sí, sí, libros. Seitaridis, Heitinga y Ujfalusi leen. Para que luego digan.

En la salida del aeropuerto de Eindhoven todas las cámaras siguen al Kun. “Dale, che, a Leo, el seguimiento a Leo”, dice, cansado. Los jugadores van en su autobús, seguidos por los directivos en lujoso microbús. El autocar de la prensa me retrotrae a los peores momentos de las excursiones colegiales: chistecitos ramplones, vocerío, que si los cofishops, que si los putishops, que si el Rabobank, que si las bicicletas... Vivo en constante estado de alipori, sufriendo por la amabilísima guía holandesa que trata, educadamente, de no perder la compostura ante el lamentable espectáculo que ofrecen unos españolísimos padres de familia dando la nota chusca y haciendo el ridículo por Europa. Así son nuestros fenomenales compañeros, tomando whiskys ya desde por la mañanita.

Eindhoven es una ciudad de poco más de doscientos mil habitantes, fue destruida casi totalmente en la Segunda Guerra Mundial, por lo que exuda ese aire artificial e impersonal típico de las urbes reconstruidas. Es una ciudad que vive de la Philips y de la DAF y, al parecer, últimamente, de las empresas punteras en investigación y desarrollo de nuevas tecnologías. En el hotel, los jugadores por parejas. Maniche va con Assunçao, Camacho con Raúl García, Antonio con Miguel de las Cuevas, Ujfalusi con Heitinga. Bueno, no, Heitinga va con todos. Heitinga está convencido de que el Atleti gana en el Philips Stadion y se le puede ver constantemente arengando a todo el que pasa por su lado. Heitinga es un torbellino. “A ganar, ¡a ganar!”. Tomas Ujfalusi, desde su distancia marmórea, le mira perplejo. “¡Alfellay peligroso!”. Ujfalusi sonríe. Ya es el día del partido. Desayuno a las diez, almuerzo a la una, luego siesta y, a las siete, rumbo al estadio. Antes de comer, cuatro o cinco grupitos de jugadores aprovechan para hacer compras por el centro peatonal de Eindhoven. Johnny, siempre escoltado por Ujfalusi, da un par de vueltas a la manzana y se para en la puerta del hotel a firmar las camisetas de un grupo de hinchas del Ajax, camisetas del Atleti con su Heitinga en la chepita, oigan. Johnny es un ídolo y está convencido de que el Atleti gana en Eindhoven. Cinco minutos después de acabar el partido, sus alaridos de alegría celebrando la victoria en el túnel de vestuarios atronarán la zona mixta. Un auténtico guerrero.

Después de comer, el centro de Eindhoven es un hervidero de camisetas rojiblancas. Me tomo el último café antes de ir al campo. “Have a nice evening, sir, but no so nice”. El camarero, un hospitalario holandés, esboza una sonrisa. Se la devuelvo. El césped del Philips Stadion es una alfombra. Un estadio bonito, con todas las gradas cubiertas y doble línea de calefactores. Desde hora y media antes del encuentro, los videomarcadores ofrecen imágenes del PSV: goles históricos, jugadores legendarios, eliminatorias europeas inolvidables, resúmenes de todos los partidos jugados contra equipos españoles, reportajes sobre la plantilla... Pienso en qué pensaría Indy de todo esto y caigo en la cuenta de que el PSV no tiene mascota. Y no pasa nada, ¿eh? Una hora antes del partido, la grada empieza a poblarse, mientras los videomarcadores ofrecen la llegada de los autobuses de los dos equipos. Diez minutos antes de empezar todavía hay muchas calvas en la grada. Un holandés, redactor de un periódico local, me dice que este estadio se llena todos los domingos en Liga, pero que en Liga de Campeones se han pasado con los precios. Al final no se llenará, algo más de tres cuartos de entrada, exactamente 29 mil espectadores. Casi un millar de ellos, atléticos; el Frente sobre un corner, a la izquierda de la portería en la que el Kun meterá los dos primeros. Los jugadores del PSV saltan a calentar aplaudiendo a la afición y yo vuelvo a pensar en Indy. Los videomarcadores emiten el verbenero himno del club, que canta a voz en cuello todo el estadio. Recitan las alineaciones y al llegar a Johnny el abucheo es atronador. Durante toda la primera parte, le pitarán al unísono 28 mil gargantas. Espoleado, Johnny vuelve a arengar a sus compañeros, les da palmadas en el pecho, gesticula y se pega más carreritas. Le digo al compañero holandés que hemos tenido suerte de fichar a un tío como Johnny. Asiente y me pregunta “¿Qué opinas de Ujfalusi?”. Que mola, claro, un gran profesional, lo que necesitábamos. El holandés me mira muy serio. “El año pasado, en UEFA con la Fiorentina, dio un espectáculo aquí, imposible pasarlo. Un escándalo”.

Cuando saltan los dos equipos siguiendo al cuarteto arbitral, el estadio entero hace un espeluznante mosaico rojo y blanco. Aunque sea de un blanco metalizado, raro, es emocionante. Ujfalusi atiza a Alfellay en la primera jugada. No será necesario golpear más. Me acuerdo de las consignas mañaneras de Johnny. Ujfalusi, desde el centro de la defensa, sonríe: el partido es suyo. El Kun falla un gol cantado, sorprendido por la pifia de Bréchet. El público alienta incansable y apenas se oye la celebración del primer gol del Atleti. Ujfalusi sigue impecable, sostiene a un equipo con empaque, serio y tranquilo, que se siente superior y que machaca cuando debe, pese a perder a Diego Forlán a la media hora. El segundo del Kun, cinco minutos después, ha templado las gaitas del Philips Stadion y el tercero, de Nuno ya en la segunda mitad, hace enmudecer definitivamente el templo del PSV. De ahí al final sólo se oye al Frente entonando todo el listado de cánticos del repertorio mientras yo me tomo un perrito caliente. Victoria inapelable e incuestionable. El holandés me estrecha la mano, “nos veremos en Madrid”, mientras Tomas Ujfalusi encara el túnel de vestuarios. Forlán derrama lágrimas de impotencia camino del autobús, Maniche loa a Aguirre, el Kun sigue sonriendo con esa ingenua picardía tan suya, mientras Johnny se abraza a todo el mundo, exultante. Como nosotros.

miércoles, 17 de septiembre de 2008

¿Pues a ver si al final sí?

Volvió el Atleti a la Liga de Campeones y en su puesta de largo, fuera de casa, cumplió con creces y dio una imagen excelente. Qué cosas tiene este equipo.


Salió el Atleti al campo del PSV con ganas de escuchar la musiquilla de la Champions y tararear decháa-aampioooonns y en la cara de los jugadores se notaba que tenían ganas de hacer algo serio.

- "Salió el Atleti, salió el Atleti"... Oiga, Vd siempre empieza igual las crónicas, a ver si le echa Vd un poquito de imaginación al tema, que ya cansa con tanto salir y salir.

- Pues no le falta a Vd razón.

Salió el Atleti al campo del PSV, decíamos, y lo hizo con cara de ir a ganar y oliendo a colonia nenuco para la ocasión. Salió incluso bien vestido, conjuntado y a la moda continental para demostrar que aunque hace tiempo que no venía por estos locales no por ello ha perdido el equipo el gusto por lo estético; todo esto, queda claro, es de cara al público europeo, que el nacional ya sabe de los problemas de daltonismo que han afectado al diseñador de la equipación suplente de nuestro equipo en los últimos años. Salió, decíamos, el Atleti cuando la gente salía de sus trabajos a todo correr para llegar al partido y cuando salía por el horizonte de Madrid una luna enorme y naranja que anunciaba lo que luego iba a ocurrir.

- Ah, sí, claro, el famoso augurio de la luna naranja, ni más ni menos ... ¿No me diga que también es Vd pitoniso?

- Mire, ¿va a estar Vd así toda la crónica?

- Bueno, ya me callo, ea, pero que conste que lo de la luna naranja es una cursilería que ni Julio Medem, oiga

- Hala, tire

Salió el Atleti, decíamos, y ya de salida no le reconocíamos ni los que nos pasamos la vida analizando sus detallitos. De azul y rojo como los jefes de estación de la renfe, con orden y ganas y casi marcando en el primer minuto. Poco tardó, por cierto, en marcar, y lo hizo Agüero. Agüero estaba llamado a ser el protagonista de la noche y cada día parece más que claro que este chaval no es de los que rehúyen responsabilidades. Pudo marcar Agüero en el primer minuto y marcó en el nueve, y volvió a marcar media hora más tarde un golazo, otro golazo más. La mención a Agüero era justa y necesaria para abrir la crónica de un partido que puede suponer que la media Europa que aún no conocía al Kun se pregunte quién es ese tipo bajito y moreno capaz de hacer esas cosas, quién es ese tipo bajito y moreno que recuerda a veces a otro bajito y moreno que jugó en el PSV y hasta a otro tipo bajito y moreno que jugó en el Nápoles y que tiene dos hijas, una de ellas bajita y rubia que resulta ser la novia del primer tipo bajito y moreno del que venimos hablando. Agüero hizo ayer un par de regates en carrera dignos de su suegro; relean por favor esta última frase, piensen Vds en sus Sres Suegros, que Dios guarde muchos años, y comprueben lo rarísimo que suena.

Agüero acapara portadas y rumores y alabanzas y nos parece la mar de bien y la mar de justo. Dos goles en un debut europeo son mucha tela y bien merecen que se arme un follón en su honor. Ahora bien, y sin querer desmerecer a Agüero lo más mínimo, uno resaltaría otros protagonistas. Tres, para ser más exactos.

El primero, el equipo. El equipo entero, sí, el equipo. El equipo salió sin Maxi y dejó la sensación de que funciona bien sin Maxi, quizás hasta mejor que con el Maxi de los últimos partidos. Maxi, ojito derecho del que suscribe, tiene caro entrar en el equipo si éste funciona como se vio ayer. Porque ayer funcionó el centro del campo, con Assunçao discreto y efectivo y un Maniche menos revolucionado y aportando más en ataque, golito incluido. Funcionó Luis García, más sobrio que otras veces y quizás más confiado en la solidez de su rodilla como demostró en algún choque, quien firmó una buena actuación con dos pases de gol, ni más ni menos. Funcionó Sinama cuando salió tras una preocupante lesión de Forlán, y también hizo una buena jugada que acabó en el segundo gol. Funcionó también la defensa, mejor por el centro que por los lados como viene siendo habitual últimamente; de hecho Heitinga pareció no tener mucho trabajo, señal de que con su colocación y quizás con su reputación bastaron para convencer al PSV de que era mejor cargar el juego a la izquierda; también se ocupó Heitinga de quitarle hierro a la pifia defensiva de Sinama quien, poseído por el espíritu de Perea (espíritu que al parecer no deja la banda derecha aunque sí lo haga su cuerpo-residencia) despejó de manera sonrojante un balón que pasaba por el área según mandan los cánones de la Escuela de Turbo.

Con la defensa bien plantada y Assunçao por delante como primera línea para parar al rival, el PSV, más discretito de lo que se esperaba, no vio cómo llegar a la portería del Atleti. Tiró de lejos sin fe ni ganas, intentó entrar por las bandas pero se topaba con un muro. Cuando conseguía burlar la maraña de la parte trasera del Atleti, se encontraba con Leo Franco. Leo Franco paró bien, sobria y limpiamente, sacando algunas manos de mérito y alardeando de colocación; sólo en algún caso abusó de su querencia a despejar de puños en balones que parecen fáciles de atrapar, al menos desde el confort de la barra de un bar. El Atleti jugó bien, jugó como un equipo y jugó durante todo el partido con la apariencia de saber qué se jugaba, qué debía controlar y cómo hacerlo. El por qué no juega así con más frecuencia es algo que escapa a mis cortas luces.

El segundo y el tercer protagonistas son, sí señor, aquellos que Vds han echado de menos en los plúmbeos párrafos anteriores. Simao y Ujfalusi, eso es, los dos. Simao cuajó otro partido completo, sin fallos y derrochando criterio y saber. Encaró, se fue de rivales, tapó su banda, se cruzó cuando hizo falta y levantó la cabeza cuando era necesario. Robó el balón del tercer gol y lo abrió a Luis García con una claridad de ideas de esa que arranca vítores en casas y bares. Dejó claro que sabe de esto y que en esa banda nadie tiene sitio si está él. Su peso en el equipo aumenta, supliendo el vacío que ha dejado Maxi últimamente, y si las lesiones le dejan en paz está llamado a ser un puntal básico del Atleti de este año.

El último protagonista es Ujfalusi. Visto que el PSV conocía a Heitinga a la perfección, parece que optaron por entrar por la banda izquierda para hacer llegar balones a su delantero centro, un tipo con hechuras de portero de discoteca. Mala elección. Ujfalusi hizo valer su presencia durante todo el partido, presumiendo de anticipación, colocación y arrestos. A pesar de la diferencia de altura resultó difícil ganarle un balón por arriba y sólo dejó pasar una cuando le pilló corriendo hacia atrás. Ujfalusi, junto con Heitinga, también colocó a la defensa en las faltas, pegó los gritos correspondientes y mantuvo al PSV en una incomodidad continua cuando se acercaba al área colchonera. Ujfalusi aporta muchas cosas y da la sensación de valer para todo, de ser un tipo de fiar en cualquier cosa, transmite la confianza que transmiten los cuñados triunfadores. No nos extrañaría que si Pablo tienen que ir a protestarle al administrador de su finca por unas humedades le pida a Ujfalusi que le acompañe para dar más miedo; o que le llame Valera para que le explique cómo poner las cadenas del coche en caso de nevada; o que la plantilla en pleno le pida consejo si tiene que cambiar de coche, o problemas con la parienta, o ganas de comprarse una guitarra con forma de hacha. Por si es poco parece entenderse a la perfección con Heitinga, el otro cimiento del cambio de imagen del Atleti de este año. Estando éstos en forma uno ve complicado el futuro de cualquier otro central de la plantilla. Viendo además lo que ha costado, si certifica lo anterior podrá decirse que ha sido un buen fichaje de verdad.

El caso es que, entre unos y otros, el Atleti empezó su participación en Champions con un buen partido y un muy buen resultado y, sobre todo, con una imagen muy distinta a la del sábado en Valladolid. Si el Atleiti se convence de que el fútbol es más fácil cuando se juega con ganas, puede que vivamos más noches de éstas. La lesión de Forlán es un contratiempo, pero es algo con lo que había que contar; es importante que sin dos jugadores como Maxi y Forlán el Atleti haya sacado adelante un partido importante por lo que supone de salto a la arena con los grandes. Eso sí, el sábado más madera en forma de Recreativo. Esperemos que la imagen de la liga sea la de ayer y no la del sábado pasado. Confiemos.

domingo, 14 de septiembre de 2008

Pues no

Llegó el Atleti líder a Pucela, con cara de galán y pañuelo de seda en el bolsillo de la chaqueta, y volvió a casa empapado tras haber sido lanzado al pilón. Y con dudas, muchas dudas, otra vez las dudas.


Unos pocos cambios respecto al último partido bastaron para cambiar la foto. Pocos, casi nada, bah: un central, dos delanteros. Perea de central y Sinama y Luis García delante, en teoría no deberían suponer un cambio enorme para un equipo pensado para jugar liga, copa y champions. Ná, tres tipos de once, no era para tanto. Pero sí lo fue. La imagen de ayer del Atleti recordó a la del equipo del año pasado y no al de los dos últimos partidos de casa, y vino a demostrar una vez más que si se le quita alguna de las patas que sujetan el banco el derrumbe es fácil de prever.

Salió el Valladolid con cara seria y de saber lo que tenía que hacer, y el Atleti salío saludando a los vecinos y pensando en el viaje de vuelta y en el viaje de ida y vuelta a Holanda de la próxima semana. Salió el Valladolid a jugar su partido y salió el Atleti a pasar rápido el trámite y pasar a pensar en cosas más importantes, sin darse cuenta de que no está para alardes. Salió el Valladolid con muchos jugadores con mechas y salió el Atleti con muchos jugadores calvos, así como haciendo burla de la famosa y tradicional sobriedad castellana. Salieron así el uno y el otro y nada más salir se quedó el Atleti con cara de tonto, perdió el pañuelo de seda y vió cómo el que se suponía que iba a contribuir a su nuevo día de gloria no parecía dispuesto a hacer favores.

Tres minutos, tres, tardó Sesma en dejar en evidencia a Seitaridis. Se fue Sesma y Seitaridis hizo falta y amarilla, así, para empezar a hablar. Seitaridis tiene estas cosas: tiene una planta perfecta para ser un futbolista de poderío y velocidad, tiene técnica para controlar y colgar balones y experiencia al más alto nivel para ser infranqueable. Pero no. Seitaridis, con todo eso, es un jugador desesperante, que entra al trapo en todas y cada una de las ocasiones en las que no debería hacerlo, que se traga los engaños con la alegría y la inocencia de un novillo fanfarrón a pesar de tener edad de cinqueño resabiao. Se arrima Seitaridis a un rival cerca del área y dice el aficionado ay Dios mío y verás tú ahora éste y dice también penalti así, nada más verle. Que Sesma es peligroso es algo que sabe cualquiera, que Seitaridis tiene querencia al amarillo también, y por eso mismo uno pensaría que el griego no sería tan bisoño como para cargarse con una tarjeta a los tres minutos de partido. Pues ni así, oiga.

Sacó la falta el Valladolid y Coupet, que se ve que se había fijado por la mañana en el partido de Van der Sar, despejó flojito, a destiempo y a mal sitio un balón complicado que cayó al centro del área de una manera familiar para los que hemos seguido al Atleti estos últimos años. Pasaba por allí un señor de Valladolid que marcó un gol así, casi sin querer, casi sin saber si dar las gracias o celebrarlo con los suyos. Minuto cuatro, uno cero, en fin.

Había tiempo y debería haber tranquilidad, pero tampoco. El centro de la defensa no transmitía la seguridad de los últimos días y se echó de menos a Heitinga como si llevara en el equipo diez años. Pernía sí estuvo de nuevo entonado, pero impreciso en el remate. El centro del campo, el mismo que contra el Málaga había funcionado, no lo hacía; quizás es que el Málaga no daba para más y es ahora cuando se demuestra. Sólo Simao, como siempre, aportaba criterio y ganas de entrar por su lado. Ni Assunçao, desbordado casi todo el partido, ni Maxi, todavía despistado a pesar de parecer más fino y confiado en su forma física, ni Maniche, poco útil a pesar de su enloquecida participación en el juego, valían para hacerse con el Valladolid. Tampoco Sinama, quizás aún anclado en el juego que hacía en el Recre de desmarque, carrera y choque con el rival para forzar la falta y ganar metros. Ni Luis García, con poca presencia y empeñado como siempre en su fútbol barroco rozando lo rococó. Sólo Simao parecía llevar peligro y eso se lo agradeció Pedro López con una entrada al tobillo que si le pilla de lleno tenemos una desgracia. La amarilla para el de Valladolid pudo tener mucha trascendencia si el Atleti llega a ser un equipo normal, pero no fue así.

Un rato despues el propio Pedro López simuló un penalti dejándose caer con una torpeza impropia para alguien con ese estilismo capilar de felino de la sabana. El Valladolid se quedaba con diez, miren Vds qué regalo para el Atleti. El público de Valladolid, hasta donde uno sabe con una tendencia natural a enfadarse muchísimo, se enfadó muchísimo y armó un escándalo. El cenizo aficionado rojiblanco se temía alguna decisión para compensar vista la presión a la que estaba sometido Medina Cantalejo. Cualquier equipo serio lo habría entendido, habría evitado jugadas conflictivas, habría huído de situaciones que pudieran invitar al público rival a presionar más. Pero el Atleti no: en cuanto hubo ocasión se facilitó la misión desde el centro de la defensa, que volvió a recordar a ratos a la Zona Cero en la que se convirtió el año pasado. Assunçao hizo un penalti que no debería hacerse y le Valladolid se puso dos cero con un jugador menos. Vaya tela.

Y he aquí una afirmación arriesgada: con cuarenta y cinco minutos por delante y un jugador menos enfrente en un equipo que no es del otro jueves, un aspirante a algo grande tiene que ser capaz al menos de marcar un par de goles. El Atleti no lo hizo a pesar de salir Agüero, una vez más el clavo al que se agarra el equipo por más caliente que esté. Se quedó Assunçao en la caseta y salió el Kun, y el equipo pareció que se iba hacia adelante, a marcar. Y marcó al poco tiempo el propio Agüero, en la única ocasión en la que Maniche hizo lo que de él se espera, esto es, tirar a puerta desde segunda línea. Parecía que el Atleti se iba a ir a por el partido, quedaba tiempo y había ganas. Pero entre Asenjo y un cierto conformismo del ataque del Atleti no llegaba el gol. Tiró Luis García a puerta y lo hizo también, y muy bien, Miguel de las Cuevas pero volvió a parar Asenjo. De paso, de las Cuevas volvió a hacer que la afición se pregunte por qué no juega con más frecuencia.

La afición se pregunta otra cosa, por cierto; ¿cómo es posible que no se dejen los jugadores la piel contra un equipo con uno menos, un único gol que remontar, en un campo en el que hay que ganar sí o sí si se quiere hacer algo? ¿es de recibo ver cómo el equipo actúa como si la cosa no fuera con ellos, quedando en evidencia ante un rival ordenadito y con ganas pero sin tener el potencial de cualquier equipo con el que nos vamos a enfrentar en Europa? ¿es lógico este vaivén contínuo en la imagen del equipo, esta ausencia de regularidad en jugadores que ya llevan un tiempo en este equipo y en esta profesión? Las respuestas pueden ser de lo más desasosegantes.

Entre unos y otros no dio para más. Se acabó el partido y el Atleti perdió tras haber jugado contra diez durante setenta minutos. Perdió en un campo en el que no hay que perder, y aunque es pronto y hay tiempo para enmendar errores, cuantos menos errores se cometan, mejor. El Atleti dejó en evidencia a sus propios jugadores, dejó claro que la plantilla parece corta y que a las primeras de cambio, en cuanto no están todos los que deben, el equipo no da para mucho. El peso de Forlán y del Kun es desproporcionado, la ausencia de un central recién llegado no debería pesar tanto. Lo visto ayer deja dudas, como siempre, aunque esta vez no hay ni tiempo para tenerlas: el martes juega el equipo en Holanda, el fin de semana siguiente hay liga. Las dudas de aquellos que no creían que la plantilla fuera suficiente para todas las competiciones se ven reforzadas. El martes, más. Veremos.

lunes, 1 de septiembre de 2008

El Atleti ganó su segundo partido en cinco días, y otra vez por cuatro cero. Y dejó una sensación muy agradable, y si no fuera porque el Málaga plantó poca cara, uno llegaría a la conclusión de que, a excepción de un par de puestos, hay equipo.


Salió el Atleti a jugar y lo hizo sin ni un solo jugador nacido en España y esto a uno no le gusta demasiado, aún a riesgo de que a uno le llamen cateto. Y no es furor patrio, sino la preocupación de que sin gente de la casa o al menos con una base suficiente de jugadores que sepan qué es lo que hay, hay más probabilidades de que se pierda el norte. Aunque, bien pensado, también hay alguno recién llegado desde el mismo centro de Europa que parece estar más metido en la entidad que muchos de los aficionados, y eso a pesar de llamarse Johnny. El Yony, será.

Previamente la afición había aprovechado la buena hora en la que las televisiones tuvieron a bien poner el partido y en los alrededores del estadio había un ambiente de partido alegre que contrastaba con la preocupación del pasado miércoles. Mientras que el día del Schalke la gente hablaba poco de cómo estaban tras las vacaciones y se centraban en preguntar cómo veía el prójimo el partido que se venía encima, ayer todo era relax y sonrisas y tiempo para comentar el viaje a la playa. Qué tal oiga, pues aquí ya ve, de vuelta, no le hacía yo a Vd así de pantaloncito pesquero, ni yo, mire, son cosas de mi mujer. La afición cumplió con el ritual anual de vuelta al abono, y preguntó educadamente cómo lo había pasado el vecino y le dijo al niño de atrás lo mucho que había crecido y se dio cuenta de lo guapas que están las atléticas cuando vuelven con el moreno subido. Lo de siempre, oigan, qué les voy a contar yo.

Salió el Atleti bien plantado y plantado de atrás adelante, como mandan los cánones. Y enfrente se plantó el Málaga, así por lo bajini, y a los cinco minutos puso cara de aguantar el chaparrón, porque ya desde el principio había en el ambiente un aroma a partido sencillo que el visitante se encargó de confirmar. Malas sensaciones dejó el Málaga y esto lo siente el que suscribe por la afición del Málaga, que llevan lo suyo, los hombres. Sólo Duda se encargaba de destacar con cada toque y poco más puede decirse del Málaga. Tiempo tienen para enderezar el rumbo, que no se me alteren por Antequera.

Si algo distingue al Atleti de este año del Atleti del año anterior son dos centrales, dos, de distintas ganaderías pero de similar fiereza. Heitinga y Ujfalusi volvieron a dar ayer sensación de pareja de las buenas, complementarios y con facilidad para entenderse, con desplazamiento en largo y salida del balón, con pausa y criterio y contundencia y bravura, según las necesidades. Ujfalusi coloca a sus compañeros a voces y no es de extrañar que el resto obedezca, vista la cara del fulano, y hasta cuando pifia un poco, como en una cesión a Coupet, no hay guapo en el vestuario que tenga arrestos de decirle nada. Heitinga corta por velocidad e imponiendo corpulencia y colocación; de los choques contra Johnny salen rebotados los rivales como si se hubieran pegado contra un Ford Fiesta. Si hay que pegar un pelotazo, lo pegan y punto. Si hay que pegarle un grito a un delantero díscolo, se pega un grito y tiembla el misterio. Si hay que enseñarse se enseñan y si hay que entrar en un fregado no dudan. Si además consiguen que Seitaridis se meta en los partidos y no haga faltas absurdas y mantienen la presión sobre Mariano, ayer entonado y hasta llegando al ataque, además del reconocimiento como centrales habrá que darles un doctorado en gestión de personal complicado.

Por delante de la defensa se vio otra de las novedades del año, Assunçao. Assunçao, que en otros partidos había parecido un jugador prescindible y de poca aportación jugó ayer y lo hizo bien. Cierto es que no tuvo un partido complicado y cierto es que, con lo que tiene detrás y con Maniche de vuelta en el mundo de los vivos (en concreto, de los vivos que no paran), la tarea de Assunçao fue más sencilla. Se limitó a lo suyo y se sumó al ataque, creando una buena ocasión que falló Maxi en pifia infame. Se entendió bien con los centrales y con Maniche, que corrió lo suyo y lo de algún otro, se entendió bien con Simao pero eso parece sencillo, dado que este último es de los jugadores más listos de la plantilla. Assunçao y Maniche funcionaron y esta noticia augura tiempos complicados para Camacho y Raúl García, obligados a ganarse el puesto demostrando ser mejores. Y no es mala cosa.

Empezó el partido tranquilo, un partido de esos en los que uno sabe que acabará ganando el Atleti y que otros años se enquistaba y terminaba en disgusto. Pero ayer la pinta era otra y, como hemos dicho, la sensación de solidez venía ya desde atrás. Y fueron Ujfalusi y Heitinga al alimón quienes marcaron el primero y aunque fue el segundo el último en tocar, tanto mérito tuvo el primero. Tras este lío ordinal continuó el partido más o menos por la misma senda de placidez. El Kun andaba algo ausente, pidiendo el descanso que merece, y Maxi parece enterarse poco de lo que pasa estos días. No importa. Con Assunçao y Maniche funcionando, Simao aportando como siempre, un rival flojo y una defensa contundente, era cuestión de tiempo. Y de Forlán, siempre Forlán. Volvió Forlán a ser Forlán y a dar lecciones de fútbol. Tras un sprint digno de Bolt y un tiro al palo, marcó Forlán de nuevo de tiro raso, un tiro de esos tan suyos, un balón de esos que no se ve casi ni en las repeticiones. Celebró Forlán el gol como acostumbra, esto es, corriendo hacia los hinchas de Peñarol y levantándose la camiseta. Este último gesto levanta suspiritos adolescentes entre atléticas de toda edad y condición y una airada protesta multitudinaria entre la nutrida representación de aficionados con sobrepeso que poblamos la grada.

Tras un corner cedido por el portero rival a tiro de Pernía, que pisaba área tras muchos meses, llegó el penalti. Wellington no se hacía con Heitinga, que ya había dejado claro incluso al árbitro que iba a rematar el balón se pusiera como se pusiera el Málaga. Voló el balón hacía el punto de penalti, Heitinga entró al remate con potencia y presencia de tren de mercancías y no hubo más forma de pararle que tirándole al suelo. Sonó entonces el móvil de Pablo, sentadito en el banquillo, y recibió este último una bronca de su madre. Ves hijo cómo entra ese, y es más bajito que tú, vergüenza debería darte, con lo grandote que eres y que llegue un belga y te quite el puesto - holandés, mamá, es holandés, luego hablamos que estoy en el banquillo y el mexicano me mira mal. Tiró Forlán pegadito al palo y lo celebró entre el estruendo de la grada pero esta vez con más mesura para evitarse problemas: al parecer, es posible que Forlán se enfrente a una demanda interpuesta por la Asociación Cultural "El Abdominal es Ordinario", con sede en Reus. Él se lo ha buscado.

Con tres cero al descanso y un rival groggy llegó el tiempo de dar descanso a los que van a tener que correr mucho durante toda la temporada. Se fueron Kun y Forlán entre ovaciones estruendosas y entró Sinama y Luis García. Más tarde entró Raúl García: el Atleti había salido sin españoles de pura cepa pero cuando sacó a dos, los dos se llamaron García, así, como diciendo que seremos pocos pero no dejamos dudas. En estas Ujfalusi sacó un balón jugado con criterio y autoridad y volvió a sonar el móvil de Pablo, que esta vez no descolgó. La salida de Maxi dejó la efeméride del día: Mariano, capitán. Se puso Mariano el brazalete y la grada lo festejó con una ola de tres vueltas.

- Creo que no fue por eso

Cállese. Se puso Mariano el brazalete y se incorporó al ataque y Maniche ejerció de director de juego poniendo baloncitos al hueco. Comandados por el Capitán Mariano se echó el equipo de nuevo al ataque y repicaban las campanas de la Almudena y la afición encargaba camisetas rojiblancas con el número cuatro y las palabras "Ay, Mariano" y al parecer en una pequeña ermita en la provincia de Tucumán, Argentina, se licuó por segunda vez en la historia (tras el Scudetto del Nápoles) la sangre de San Mariano.

- Yo creo que exagera Vd.

Puede. Pero el caso es que tres minutos después de que el Capitán Mariano recibiera los galones, Sinama Pongolle marcaba un buen gol a pase de Luis García. Cuatro cero, un gol más que el Valencia, perdía el Barcelona, perdería luego el Madrid con gol de Mista (qué cosas pasan), empataban Villarreal y Sevilla y el Atleti se ponía líder después de cinco años, y lo hacía con el Capitán Mariano al frente y esto quedará en la historia grabado con letras de fuego.

- Vale, vaaaale.

Con el Atleti de líder virtual, y nada menos que para dos semanas, volvió la afición a la calle a reponer líquidos y ver cómo caía el otro equipo grande de la capital. Y en el ambiente había un precioso aroma a día feliz y futuro despejado, a afición ilusionada con los partidos que vienen, a hinchas contentos viendo que pronto vienen a casa tres equipos, tres, los tres campeones de Europa, y vienen a jugar en miércoles y que encima los domingos vienen jornadas de liga con las que soñar. La afición hablaba de vuelos a Liverpool y de cuñados con contactos que pueden conseguir entradas a través de un compañero de trabajo y pedían más rondas y alguno hasta invitaba. Por segunda vez en cinco días la gente salió del campo con sonrisa de oreja a oreja, cuidando de que sus niños no se cayeran al intentar regatear sin balón motos y cubos de basura. Si todos los días fueran como ayer, no habría crisis ni invierno ni ná. Que dure, que dure, sí.

PD: el Forza Atleti, discreto. Portada estilo "Lluvia de Estrellas", quizás inspirada en la estética del colchonero Lazarov. Multitudinaria presencia de publicidad sobre remedios para la disfunción eréctil, sin motivo claro conocido. Seguiremos informando.